16.6 Hacia un paradigma de «la sostenibilidad primero»
Como vimos anteriormente, se ha subrayado que el objetivo de avanzar hacia una intensificación sostenible surge del reconocimiento de los límites del paradigma de desarrollo agrícola convencional y de sus sistemas de innovación. Reconociendo la necesidad de innovaciones en los sistemas alimentarios que superen el paradigma tradicional y que puedan explicar la complejidad derivada de las cuestiones de sostenibilidad y seguridad alimentaria, Fischer et al. (2007) han pedido nada menos que «un nuevo modelo de sostenibilidad». Del mismo modo, en su reciente llamamiento a favor de esfuerzos globales para una intensificación sostenible, Rockström et al. (2017) han señalado que un cambio de paradigma en nuestro sistema alimentario implica desafiar los patrones dominantes de investigación y desarrollo que mantienen el enfoque de «productividad primero» mientras subordinan programas de sostenibilidad a un papel secundario «atenuante». En cambio, piden que se invierta este paradigma para que «los principios sostenibles se conviertan en el punto de entrada para generar mejoras en la productividad». A continuación, sugerimos una visión de _sustentabilidad primero para la acuapónica como una posible orientación que puede ofrecer coherencia al campo y guiar su desarrollo hacia los objetivos proclamados de sostenibilidad y seguridad alimentaria.
Al igual que con la mayoría de los llamamientos a la sostenibilidad, nuestra propuesta de sostenibilidad primero podría sonar bastante obvia y sin problemas a primera vista, si no completamente redundante — seguramente, podríamos decir, la acuapónica tiene que ver con la sostenibilidad. Pero la historia nos recordaría que hacer afirmaciones de sostenibilidad es una tarea agradable, mientras que asegurar resultados de sostenibilidad es mucho menos seguro (Keil 2007). Como hemos argumentado, la «sostenibilidad» de la acuapónica existe actualmente como potencial. La forma en que este potencial se traduce en resultados de sostenibilidad debe ser una preocupación para nuestra comunidad de investigación.
Nuestra propuesta de «sostenibilidad primero» dista mucho de ser sencilla. En primer lugar, esta propuesta exige que, para que nuestro campo se justifique sobre la base de la sostenibilidad, tengamos que afrontar la propia naturaleza de la sostenibilidad. En este sentido, creemos que hay mucho que aprender de la creciente arena de la ciencia de la sostenibilidad, así como de los Estudios de Ciencia y Tecnología (STS). Encontraremos que mantener un enfoque de sostenibilidad dentro de la investigación acuapónica representa un cambio potencialmente enorme en la dirección, composición y ambición de nuestra comunidad de investigación. Esa tarea es necesaria para orientar el terreno hacia objetivos coherentes y realistas que sigan centrados en los resultados de la sostenibilidad y la seguridad alimentaria que sean pertinentes para el Antropoceno.
Tomar en serio la sostenibilidad es un reto enorme. Esto se debe a que, en su esencia, la sostenibilidad es fundamentalmente un concepto ético que plantea cuestiones sobre el valor de la naturaleza, la justicia social, las responsabilidades para con las generaciones futuras, etc. y abarca el carácter multidimensional de los problemas humano-ambientales (Norton 2005). Como hemos comentado anteriormente, los umbrales de sostenibilidad que podrían establecerse en relación con las prácticas agrícolas son diversos y a menudo no pueden conciliarse en su totalidad, obligando la necesidad de «compensaciones» (Funtowicz y Ravetz 1995). Las decisiones deben adoptarse frente a estas compensaciones y, en la mayoría de los casos, los criterios en que se basan esas decisiones dependen no sólo de preocupaciones científicas, técnicas o prácticas, sino también de normas y valores morales. Huelga decir que hay poco consenso sobre cómo tomar estas decisiones, ni hay un mayor consenso sobre las normas y los valores morales mismos. Independientemente de este hecho, las investigaciones sobre los valores están en gran medida ausentes de la agenda principal de la ciencia de la sostenibilidad, sin embargo, como afirman Miller et al. (2014), «a menos que los valores [de la sostenibilidad] sean entendidos y articulados, las inevitables dimensiones políticas de la sostenibilidad permanecerán ocultas detrás de afirmaciones científicas». Tales situaciones impiden la unión y la deliberación democrática entre las comunidades, una tarea determinada para lograr caminos más sostenibles.
Tomando nota del lugar prominente que ocupan los valores en la acción colectiva en pro de la sostenibilidad y la seguridad alimentaria, los académicos del campo de los estudios científicos y tecnológicos han destacado que, en lugar de tratarse como una importante externalidad de los procesos de investigación (a menudo se tratan por separado o después del hecho), los valores deben ser trasladados aguas arriba en las agendas de investigación (Jasanoff 2007). Cuando los valores se convierten en una parte central de la investigación de sostenibilidad, viene el reconocimiento de que las decisiones ya no pueden basarse únicamente en criterios técnicos. Esto tiene un impacto potencialmente enorme en el proceso de investigación, porque tradicionalmente lo que podría haber sido considerado como el único mandato del «conocimiento experto» debe ahora abrirse a otras corrientes de conocimiento (por ejemplo, conocimiento laico, indígena y practicante) con todas las dificultades epistemológicas que esto conlleva. (Lawrence 2015). En respuesta a estos problemas, la ciencia de la sostenibilidad ha surgido como un campo que pretende trascender los límites disciplinarios y busca involucrar a los no científicos en procesos de investigación orientados a soluciones, determinados por el contexto y enfocados en la generación de resultados (Miller et al. 2014).
Una cuestión clave en estas discusiones es el conocimiento. Los problemas de sostenibilidad a menudo son causados por la compleja interacción de diversos factores socioecológicos, y los conocimientos necesarios para gobernar eficazmente estos desafíos se han dispersado y especializado progresivamente (Ansell y Gash 2008). El conocimiento necesario para comprender cómo se unen las preocupaciones en materia de sostenibilidad es demasiado complejo para ser organizado por un solo organismo y resulta en la necesidad de integrar diferentes tipos de conocimientos de nuevas maneras. Este es sin duda el caso de nuestro propio campo: al igual que otros modos de intensificación sostenible (Caron et al. 2014), los sistemas acuapónicos se caracterizan por su complejidad inherente (Junge et al. 2017), que pone gran énfasis en las nuevas formas de producción de conocimiento (FAO 2013). La complejidad de los sistemas acuapónicos se deriva no solo de su carácter «integrado», sino también de las estructuras económicas, institucionales y políticas más amplias que afectan la entrega de la acuapónica y su potencial de sostenibilidad (König et al. 2016). El desarrollo de soluciones hacia sistemas alimentarios acuapónicos sostenibles puede implicar la contención de diversos ámbitos de comprensión, desde la ingeniería, la horticultura, la acuicultura, la investigación microbiológica, ecológica, económica y de salud pública hasta las preocupaciones de los profesionales en materia de conocimientos prácticos y experienciales, minoristas y consumidores. Lo que esto equivale no es sólo a una agrupación de ideas y posiciones, sino que implica desarrollar modos totalmente novedosos de producción de conocimiento y una apreciación por salvar las «lagunas del conocimiento» (Caron et al. 2014). Abson et al. (2017) han identificado tres requisitos clave de nuevas formas de producción de conocimiento que pueden fomentar transformaciones de sostenibilidad: (i) la inclusión explícita de valores, normas y características de contexto en el proceso de investigación para producir conocimiento «socialmente robusto»; (ii) procesos de aprendizaje mutuo entre la ciencia y la sociedad, lo que supone un replanteamiento del papel de la ciencia en la sociedad, y iii un programa de investigación orientado a los problemas y la solución. Basándose en estos tres conocimientos puede ayudar a nuestro campo a desarrollar lo que llamamos un «conocimiento crítico de sostenibilidad» para la acuapónica. A continuación discutimos tres áreas que nuestra comunidad de investigación puede abordar y que consideramos cruciales para desbloquear el potencial de sostenibilidad de la acuapónica: parcialidad, contexto y preocupación. Desarrollar una comprensión de cada uno de estos puntos ayudará a nuestro campo a buscar un enfoque orientado a soluciones para la sostenibilidad acuapónica y los resultados de la seguridad alimentaria.